miércoles, 10 de enero de 2007

DANIEL BARENBOIM EN EL OBELISCO

El musico argentino, nacionalizado israeli Daniel Barenboim sedujo al publico porteño con el concierto gratuito "Tangos sinfonicos", que ofrecio en la plaza de la Republica, junto al obelisco, con la Orquesta Filamornica de Buenos Aires y Leopoldo Federico y su grupo como invitados. A pesar de las altas temperaturas el publico dijo presente en todas las edades y condicion, de a poco una leve brisa comenzo a soplar sobre la 9 de julio, el temible sol se oculto detras de los edificios de la calle Lima y la concurrencia se apiño para aplaudir al maestro.
El concierto comenzo a las 19,30 en punto, porque debia coincidir con las cuatro horas de mas del horario europeo, poco antes de las 20, el maestro ejecuto lo que dijo habia sido " la ultima Cumparsita del 2006" para Alemania, y repitio el tema de Matos Rodriguez anunciandolo como "la primera Cumparsita del 2007".
Esa humorada no fue ajena al comportamiento de Barenboim en el escenario, con un castellano que denoto otros idiomas en su lengua, se movio con desenvoltura y humor entre los temas musicales.
Buen cicerone, hablo a los alemanes en aleman y a los franceses en frances, pero no dejo de reclamar su estirpe porteña, dijo haber nacido en la calle Arenales y lo atribuyo a que sus padres "deseaban que no estuviera lejos del Teatro Colon".
Al maestro Barenboim le costo poco conquistar a los presentes, todo empezo con "Mi Buenos Aires querido", seguido por "Amores de estudiante" "Cuesta abajo".Luego aparecio en el escenario Leopoldo Federico y su orquesta en pleno. Barenboim no perdio la batuta , en el mejor sentido, y antes de emprenderla con "Decarisimo" y "Adios nonino", del muy aplaudido Astor Piazzolla, tuvo tiempo de enlazar distancias entre la Argentina y Europa. Señalo la amplitud con que esta tierra habia recibido a los inmigrantes de aquel continente y, tangencialmente reprendio con elegancia a Europa, " que tiene tantos problemas con la inmigracion", lo que le gano el apoyo unanime de los presentes.
Fue la primera vez que el maestro Barenboim dirigia una orquesta en la Argentina y Sudamerica, y en el podio se lo vio seguro, alegre, casi infantil jugando con la batuta, seguro de ser seguido con apego por los musicos de la enorme Filarmonica porteña.

Este es un extracto del articulo aparecido en el diario La Capital de Argentina y fue enviado por Maria Teresa Solari.

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